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Bienvenido a mi Blog, en este espacio encontrarás datos e imágenes de invaluable valor histórico de la ciudad de Acayucan, Veracruz. Así como temas que considero son del interés general. Te invito a que expongas ante la opinión pública, narraciones y/o gráficas de sucesos políticos y sociales que enriquezcan nuestra historia local.
Iván Bibiano Landero.

miércoles, 28 de abril de 2010

POETAS DEL SOTAVENTO.


Poetas de Acayucan y la Región.

Me encuentro expulgando algunos periódicos viejos de Acayucan y la región, tratando de obtener datos que puedan interesar -en particular a un servidor- y a los lectores. Tengo ante mí, algunos ejemplares de los diarios “La Opinión” de 1955, “Eyipantla” de 1952, “Diario de Sotavento” 1958, y varios ejemplares de rotativos locales como el semanario “Abecé” de 1957, “Denuncia Popular” de 1972, “Mensaje” 1961, “Crisol” 1965 y la revista “Acayucan” de 1958. Todos contienen secciones culturales, con generosos espacios dedicados a los poetas que constante y prodigiosamente, se aprecia, escribían. Se me antoja dedicarle este espacio a las inspiraciones de esos rapsodas y vates de Acayucan y la región.



           Como el Cisne

   Para cantarte a ti, pulso mi lira,
inquieta y adorable mentirosa,
y te ofrezco un alma que suspira,
y un corazón amante, que solloza.

   Solloza, sí, pues tu desdén lo hiere,
por Dios, no más sufrir, dale reposo,
si bien sabes que ya por ti se muere
y morirse de amor, ¡es tan hermoso!

   Ven junto a mí, a mi tranquilo lago,
vente conmigo amor de mis amores,
que nos conozca Eros, dulce mago,
a morirnos de amor entre las flores.

   Entre las flores, si, mis únicas amigas,
las únicas testigas de mis cuitas
que ven que mi dolor, nada mitiga,
y de angustia y de pena , están marchitas.

   Así como algún día tu belleza
habrá de marchitarse, cual las flores,
y lo que orgullo hoy es, será tristeza,
 lo que amores hoy son, serán dolores.

   Ven a mi lago, niña, donde muere
un majestuoso cisne, de tristeza,
su canto en lo más hondo a mi me hiere,
mientras expira, hundiendo la cabeza.

   Yo, como el cisne, canto inútilmente,
tú, niña, el corazón, de hielo tienes,
y muero como el cisne, lentamente;
te llamo en mi agonía, y tú no vienes.

   Así, como ese cisne de mi fuente,
yo, poquito a poquito, voy muriendo,
cada minuto de dolor latente,
voy tu imagen amada bendiciendo.

   De qué puede servir tanta belleza
como la de ese cisne que se muere,
si en el alma todo ha de ser tristeza,
si no se ha de tener lo que se quiere.

                         Manuel Sastré González.
                               Agua Dulce, 1958.







           La presencia de Dios

   La presencia de Dios se manifiesta
en el paisaje, en el humano infecto,
en el cielo, en el mar, en la floresta,
y el minúsculo vuelo del insecto.

   En el advenimiento de la albura,
y en el sensible vuelo de las aves,
Dios, está siempre en toda criatura,
está siempre contigo, y no lo sabes.

                             A mí querida hermanita Silvia.
                             Manuel Sastré González.







      Aún vives en mí

   Con mis libros en la mano
caminaba por tu casa,
en aquellas tardes de mayo
cuando ibas a la plaza.

   Cuando te encontraba
mis labios palidecían
de ver tu linda cara
que quizás fingían.

   ¿Cuántas veces te encontré?
ya no lo puedo recordar,
sólo sé que pensé
cómo poderte hablar.

   Risa fue para ti
porque empecé a implorarte,
pues aunque esté lejos de ti
nunca dejaré de amarte.

   Te has creído olvidada
desde aquél encuentro ardiente,
pero recuerda mi amada
que vives en mi corazón latente.

   Ocho años hace,
que te sigo amando,
aunque vivas lejos,
en ti sigo pensando.

                   Profr.  Mauro Torres Lázaro.
                           Acayucan. 1958.






              ¡Te adoro tanto!

   Yo no se ni porqué te adoro tanto,
tanto que siento el corazón inquieto
y me siento agobiar por el quebranto
de romper para siempre este secreto.

   Y ahora vengo a decirte con respeto,
que me rindo a tus plantas y con llanto
te doy mi corazón, y este soneto
te ha de servir como testigo santo.

   No dudes de mi amor, soy todo tuyo.
tuyo es mi corazón. Tuya es mi vida
y ser tuyo mi amor, será mi orgullo.

   Pues te puedo jurar mujer querida
que esta dulce pasión que en mi alma anida
es el bello cantar con que te arrullo.

                                       Miguel W. Rojas.
                                              Coatzacoalcos.







            Dios nunca muere.

   Que tristes son las noches de mi vida
y el despertar amargo me atormenta
qué amarga sensación es mi agonía
pues presiento el final de mi existencia.

   Qué desesperación ¡Oh Dios del cielo!
cuanto sufre un mortal abandonado
envuélveme señor entre tu velo
para llegar más pronto hasta tu lado.

   Que más si un corazón se desespera
y del cielo se escuchen los clarines
y al final que se escuchen los violines
y que toquen el vals ¡Dios Nunca Muere!

                                   Francisco V. Espinosa.
                                     Coatzacoalcos.







                  Sueño azul

   Es imposible ¡Tú! ¿A qué has venido?
Por qué no hablas, y dime ¿porqué lloras?
¿O acaso tu jardín no está florido?
¿No alumbran ya en tu senda las auroras?

   Dame tus manos ven. ¡Están muy frías!
no te escondas… enséñame tu faz,
mira como aún nos faltan muchos días
que podemos gozarlos en la paz.

   Dime que ha sido de tu larga ausencia
yo no se nada desde que te fuiste…
vieras cómo lloré sin tu existencia,
pero has venido al fin, ya no estoy triste.

   ¿Note acercas? No lo hagas, pero escucha:
tengo tantos problemas en la vida
que vivo acaso en la constante lucha…
¿Lo sabes todo ya… y que estás herida?

   ¿Qué no puedes volver aunque quisieras?
¿Por qué tanto misterio hermosa mía?
Pueden volver de nuevo primaveras,
puede volver hoy mismo la alegría.

   Y desperté a la realidad transida
de confusión y por el mal impura…
dos sendas diferentes en la vida,
¿Ella alegre?... Yo en cambio en la amargura.

                                      Jonás Bibiano Landero
                                                   Acayucan.






            La paloma Torcaza

   En el copo del viejo árbol frondoso
que está junto a la casa
se escuchó de repente el canto hermoso
de la ya casi extinta gris torcaza.

   Anunciaba la caída de la tarde
próxima brisa fresca y generosa
que después tal vez llueva, mas la hermosa
cantaba sin alarde…

   ¿Qué distancias venció hasta aquí? Quien sabe
pero vino de allende la montaña
presurosa la huraña
a expresarse cantando tan bella ave .

   Así como llegó la inesperada
silenciosa espulgábase la huraña…
Me asomé a contemplarla y ya no estaba…
¿Para a dónde se fue?... A la montaña.

                                 Jonás Bibiano Landero






  En tus labios el beso fatal

  Hay en tus labios sensual delicia
y un calor tierno y abrumador…
donde se abriga tanta caricia
que nunca llega el fatal dolor.

   Sólo tus labios dan embelesos
dan las delicias… dan el calor
y una dulzura guardan tus besos
que solo se hayan de flor en flor.

   Néctar divino, del bello encanto
encierra tu alma una gran pasión
que loco nos vuelve tanto,
que se pierde el alma y el corazón.

   Mas ya perdidos, sangran los besos
en tus dorados labios en flor…
porque ahí se quedan… todos los impresos
ante la tumba de un gran amor…

                              Nazario Aparicio Rodríguez.
                              Acayucan, 1960. 






                El atardecer

   Despéjase, en mi cielo a esta hora,
la luz dorada, blanquísima del día;
y el aire alejando el sol de otrora
va reflejando la tarde, fatal melancolía.

   Y al despedirse del mundo, la luz solar
se van quedando reflejos de momento,
reflejos de oro, de luz crepuscular,
que matiza la faz del firmamento.

   Poco a poco, la luz va decayendo,
Y con ellas las sombras van llegando
Y el bullicio a su paso va muriendo.

   Toda vida se queda silenciosa
y el mundo tranquilo está soñando
en la noche divina y misteriosa.

                               Nazario Aparicio R.
                                          Acayucan 1960.





 
                     Cayuco

   CAYUCO, cayuco que duermes la siesta
sobre blanco lecho de olas inquietas,
al ritmo candente de frágil corriente
que acallan el eco de queja doliente
y restas distancias, el tiempo y la muerte.

   CAYUCO, cayuco de oscura belleza
tu triste figura denota pereza
pero nadie sabe tu ágil destreza
bajo un cielo celeste cuajado de estrellas,
bajo la tempestuosa furia del viento y la fiera
te siente coloso, cual Quijote de los mares,
y retas distancias, el tiempo y la muerte.

   CAYUCO, cayuco semejas mi alma,
que sola, intranquila no tiene ramaje
ni encuentra aliciente a su a su queja doliente
sin tocar orilla se va en la corriente
del triste camino del fiel navegante.

                            Eva Escudero de la Cruz
                            Las Choapas, 1958.
     






                  Niño mío.

   Ríe, niño mío,  perfuma la aurora
con tu risa alegre prorrumpe tu juego,
gracioso interpreta las aves canoras,
ritmos y bullicios te acompañen luego.

   Ríe niño amado, capullo de vida
y a todas las penas influye tu risa
borra suavemente la melancolía…
que trae en sus aras regando la brisa.

   No hagas importuna, tu llegada al mundo
porque eres el lienzo del sano dolor
ríe niño mío… lo meditabundo,
déjalo olvidado entre lo profundo,
canta, como canta tu buen ruiseñor.

                       Profra. María del Carmen Sáiz Mayo
                               Acayucan. 1958
     



 
                 Anhelo

Lo que anhelo no es pasión, no es lujuria
ni un deseo loco y arrebatado,
es remanso de paz y de ternura
para mi corazón tan lastimado.

   Sólo un poco de amor y de dulzura
que cual faro ilumine mi camino,
pues en la vida cruel y dura,
buscamos flores y hallamos espinos.

   No es pedirte mucho, benigno Señor,
toda mi vida en ofrenda de ello,
mi alma espera como el rocío la flor
para convertirse en algo muy bello.

                                    Oralia
                                    Las Choapas, 1958.
  





   Noche silenciosa

   La noche está triste,
la playa solitaria,
no hay murmullos
ni congojas,
el campo está semidormido.

   No hay cantos de arrullo,
ni luces, ni arenas
que traigan el matiz
para mis versos.

   El silencio me atormenta,
ansío las risas
y las noches de luna,
ansío robarle una estrella
a cada noche.

   No hay caricias,
solo la fragancia
de rosales y azahares,
no es noche de luces,
ni de risas,
es noche sin encantos,
noche silenciosa.

        Ana Aguirre Montalvo
         Las Coapas.





                      Corazón

   No llores, corazón, que no vale la pena
sufrir por un amor que te olvidó;
ya comprobaste que no vale ser buena,
ni el amor verdadero si hay traición.

   Ya no pienses en él, olvida todo;
has de cuenta que todo terminó,
pues sabrás que en el cieno, en el lodo
ninguna fortaleza se situó.

   Pero despierta ya de tu agonía,
que por algo te llamas corazón;
si te lastiman, hiere con falsía;
y si te aman, adora con pasión.

   Olvida tu dolor, vuelve a la vida;
yo te ofrezco las flores de mi amor;
nada te importe que la gente diga
si felices podemos ser los dos…

   Despierta, corazón de tu letargo;
canta, sonríe, llora con pasión;
que sonriendo, el destino no es amargo
si has hallado de nuevo otra ilusión.

                                  Nohemí Carrillo C.
                                         Las Choapas, 1957.





               Año nuevo

   Que feliz me siento vida mía
al sentir de nuevo tu calor,
soy feliz, porque eres parte de mi vida
y tu presencia alegró mi corazón.

   Año nuevo! También mi alma nueva
por que al sentirte en mis brazos floreció
por que tú eres la Musa de mis sueños
por que tú eres la dueña de mi amor
largos meses tardamos sin hablarnos,
largos días de desesperación.

   Hoy me encuentro contento nuevamente
porque me quieres como te quiero yo
del cariño tan grande que te tengo
es testigo mi pobre corazón
y te juro que es fuerte como roca
porque en mi pecho ¡así lo siento yo!

                       Bartolo Malpica Hernández
                           Las Choapas, 1958.





 
    Soy puro chinamecano

   Siempre ando de la seca a la Meca
porque soy aventurero,
soy de pueblo de Chinameca
amigo leal y sincero.

   Un grito muy ufano
del corazón se me escapa
soy puro chinamecano
del Barrio de Tonalapa.

   Soy de ese pedacito de mi huasteca
donde por primera vez vi la luz,
en ese pedacito de Veracruz
pueblito de Chinameca.
 
   Ahí te invito paisano
a saborear la carne seca
con copitas de Cinzano
orgullo de Chinameca
pueblito veracruzano.

   No soy ningún hablador
ni tampoco un fanfarrón.
Soy hombre sostenedor
y valiente por tradición.

   Soy puro chinamecano
y me gusta ser sincero,
a todos tiendo mi mano
aunque sea un aventurero.

        Antonio Ledezma Pavón  
                 Coatzacoalcos, 1959. 







                    Insistencia

   Basta ya. Con tu terquedad es en vano
la paciencia, comprender todo lo que dice,
ahora me nombras como un falso villano
por qué, si a tu lado estuve y siempre te quise.

   No murmures vida mía, eso es injusto
no me explico a cierta ciencia la razón,
recuerda que una vez te prometí ser justo
dándote un beso te dije:  ¡Oh mi adoración!

   Pero dudas de mí, ese es el tema incierto
donde hundes con terror mi humanidad,
impunemente pensar en el desierto
solitario y triste en esa falsedad.

   Retarme no, no tiene pensamiento
para qué amargarnos en tantas ansiedades,
Basta ya. Para que no sufras lo que siento,
lo que siento dentro de tantas vanidades.

   Acéptalo como quieras, ese es tu destino
tal vez castigue mi dolor humano,
o quizás te arrepientas y sigas mi camino
entonces te diré, me siento ufano.

                                     Maximino Pérez M.
                                     Minatitlán, 1959.







                 Aquel ramo de flores
                         ¡Quelle belle est la vie…!

   Aquél ramo de flores, que cariñoso un día
postré a tus pies divinos, con dulce adoración,
y que tú recibiste temblando de alegría,
mientras yo enmudecía con súbita emoción…

   Aquél ramo de flores que te entregué, amoroso,
-ese que tú recuerdas dentro del corazón-,
llevaba en su fragancia celeste melodía,
celeste melodía,  de mística canción…

   Aquél búcaro grato, que añoro en mi memoria
como un murmullo suave del viento arrullador,
lo aspiro entre la fresca neblina de la gloria,
lo siento en la amargura de un íntimo dolor…

   ¡Que bella fue la vida en nuestra algarabía,
en ese regocijo de dulce excelsitud…!
Los dos siendo monarcas de noches y de días,
del sol y de la luna… ¡Oh bella juventud!

   Hoy ya todo ha pasado… Aquél ramo de flores
que fuera fiel testigo de un sueño encantador,
ha sido marchitado… y en tristes sinsabores
tornóse la ternura de todo un gran amor.

   ¡Qué bella fue esa vida…! ¡Qué triste es el dolor…!
¡Cuán raudos han pasado las noches y los días…!
Al cielo que cobija mis penas y alegrías,
le faltará por siempre la estrella de amor…

                                              Manuel Ramos Gurrión
                                                               Jáltipan, 1957.






           Fin de siglo

   Sollozo de las Razas
Cuando parece la verdad
Y mueren los valores,
Tragedia de la humanidad doliente
Perdida entre hecatombes de amargura.
Martirio de las masas
Unidas en un sino
De miserias y de dudas.
Hambre de libertad
Y sed de Infinito
Con señuelo de teorías falsas
Y metas extrañas.
¡Hombre! ¡Pigmeo y Titán!
Que no alcanza el cielo
Porque está muy alto,
Y sus alas como Ícaro
Se queman ante el sol.

   Desprecia el suelo,
Y sus pies se pierden
En el Laberinto de su Conciencia.
Coloso de las razas
Que perdieron el camino.
Final de siglo,
El Dios…  la Ciencia.
La libertad encadenada
A un Destino.

              María Fernanda
              Coatzacoalcos, 1957.





       Retrato

Yo soy de tempestad
Y no de calmas,
Odio los estanques
Y las aguas quietas.
Soy hermana del mar
Cuando rugiendo
Despedaza en las playas
Su locura.
Soy loca enamorada del torrente,
Y mi inquietud
No conoce de armonía.
Mi vida es una nota disonante,
Y áspero tiene que ser
Lo que yo sienta,
Para que vibre en mí,
La cuerda de mi lira.

                         María Fernanda.
                         Coatzacoalcos, Ver.









         La brisa seductora

   Como una fuerza divina, alentadora
penetra a mi alma, a cada instante
reflejo, de aurora rebosante,
que os trae, “La Brisa Seductora”.

   En sus manos se encuentran acoplados
los ritmos, canciones y sonrisas…
el consuelo y todas las delicias,
de tus noches y tardes azuladas.

   Un ánimo de vida, existen en ella
y realiza, al espíritu caído,
cual incógnita, divina estrella;
alumbra su faz, sobre la calma
y acaricia y arrulla hasta dormido
con el dulce embeleso de su alma.

                    1960. Nazario Aparicio Rodríguez.
                          Acayucan, Ver.



                  Encanto

   Tus ojos reflejan, matizan el cielo,
tus voces divinas alientan la calma.
Suspiran las plantas, reviven las flores
y aromas divinos embriagan el alma.

   Inspiran tus ojos, arrullan tus voces,
te sueña el poeta que canta a los dioses,
eres tú la imagen que, hechiza el destino
las flores hermosas y “angel divino”.

   Tu eres el arte, del alma decoro;
de la tierra baluarte y del cielo tesoro,
el Diamante, el Zafiro que conservan tus ojos
es la envidia que mata, a los astros divinos, poetas de oro.

                                           Nazario Aparicio Rodríguez.                                  
                                           Acayucan, Ver.



                 Disloque

   Deshojando el libro de mi vida,
una página rasgada, con mis dedos
entresaco de sus muchos folios,
y hallo en ella, frescas notas
de lágrimas caídas, de congojas,
del momento en que por los suelos
arrastré -–por un instante-- mi vida ignota.

   ¡Allí está el recuerdo! ¡La amargura!
también está el tormento, el desengaño,
la angustia, la esperanza muerta!
Fue un amor en desventura, que
acabó como si algo extraño,
sepultara sus ilusiones yertas.

   Eso fue, cirio tras cirio iluminaban
el pálido cadáver en la noche,
que rígido reposaba en una tabla;
¡Oh, Dios mío! Quítame ese horror tremendo,
que por él, no puedo conciliar el sueño.

                            1959. Darío Fernández Ricárdez
                            Acayucan, Ver.

 


              Acróstico

   ¿Por qué ya no me quieres?
¿Por qué ya no me adoras?
si mi triste amor por ti se muere
si tus labios ya no la implora

   El canto de las aves me entristece
porque ellos me recuerdan tu cariño,
que a mi pobre alma la envilecen
y que hacen llorarme como si fuera niño.

   Que triste me paso los días
al sentirme acongojado,
recordando todas nuestras alegrías
que tú me hiciste pasar a tu lado.

   Todo esto se ha grabado en mi mente
porque ni tú, ni nadie podrá borrármelo,
sólo por ellos sabrás que te quise locamente
que ahora te atreves a quitármelo.

   Yo que en tu amor siempre confié
entregándote mi corazón de niño,
porque jamás de ti desconfié
que algún día, tu despreciaras mi cariño.

                      1959. Mauro Torres Lázaro.
                             Acayucan, Ver.


 



        Nuestras noches

   Noche romántica y soñadora
que acaricias con tus tiernas manos…
el cariño y el amor son soberanos
cuando están a tu lado hora tras hora.

   Noches lentas, tibias y sensuales
que perfuman el campo y los hogares,
con las flores nocturnas tropicales
se embelesen los cielos y los mares…

   Noches divinas, románticas y bellas
que se duermen con luces transparentes,
el arrullo y candor de las estrellas
colocando mil besos en sus frentes.

   Noches dulces de tiempos seductores
que embriagan de amor como ninguna…
a la tierra inmortal con tantas flores
seducidas al beso de la luna.
Noches lentas, de ensueños y pasiones.

   Que hoy se duermen en rosas tus pastoras
y colmen de azahar sus corazones…
cuando alumbren tu faz nuevas auroras.
Llévame noche a la región ignota
donde el alma se llene de armonía…
¡Y transformando el sacrificio brota
la inmortal llama azul en mi agonía!

                                 1959. Nazario Aparicio Rodríguez.
                                           Acayucan, Ver.



          
     Himno a Oteapan

   Oteapan, tierra de amor,
Oteapan, tierra de luz,
soy de esa tierra, sol valedor,
donde celebran la Santa Cruz,
de ahí merito yo soy señor
Oteapan tierra de amor
Oteapan tierra de Sol.

   Oteapan, tierra adornada por naranjales,
tu iglesia es la más hermosa,
vives sonriente bajo la sombra de tus cocales,
Oteapan eres maravillosa,
Oteapan, tierra orgullosa,
tierra de hombres cabales.

   Soy indio, como el Olmeco,
soy  hombre civilizado,
soy purito Oteapaneco
soy un indio muy honrado.

   Tengo sangre azteca,
sangre que ha hecho historia,
como lo hizo la Olmeca,
la Maya,
y la Chichimeca.

   Tengo sangre de guerrero,
soy de raza mexicana,
y donde quiera me muero
por mi linda tierra Indiana.

   Mi raza ha hecho historia,
que escrita en el libro está,
a México dio gloria.
Y también dio libertad.

   Soy indio Oteapaneco.
De purita raza azteca,
amigo del cosoleacaneco
y del hermano de Chinameca.
Oteapan tierra de Amor,
tierra de Luz
tierra del Sol.
                    1959. Antonio Ledesma Pavón.
                           Coatzacoalcos, Ver.


  




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